
El glaucoma es una de las principales causas de ceguera irreversible en el mundo. Se estima que entre el 1,5 y el 2% de las personas mayores de 40 años lo padecen, de los cuales se calcula que hasta en un 60% de los casos no presenta síntomas.
Este es el gran problema: Muchos pacientes pueden no presentar ningún tipo de síntomas hasta estadios muy avanzados y, dado que la lesión producida hasta este momento en el nervio óptico es irreversible, el diagnóstico precoz de esta enfermedad es fundamental.
El principal factor de riesgo para el desarrollo del glaucoma es la “tensión ocular” o más correctamente denominada presión intraocular (PIO), que es la presión que ejerce un líquido contenido en el interior del ojo, el humor acuoso, contra las paredes del mismo, y que debe mantenerse en un rango determinado (10-21 mm de mercurio) para asegurar el correcto funcionamiento del ojo, fruto de un equilibrio entre la formación y la evacuación del mismo. Cuando, por una alteración de este equilibrio, aumenta la presión intraocular estamos ante riesgo de desarrollar glaucoma.
La medida de la “tensión ocular” es un procedimiento rápido, sencillo e indoloro que mediante un aparato llamado tonómetro nos alerta acerca de la posibilidad de estar ante un paciente con glaucoma.
Las principales técnicas de tonometría empleadas en la actualidad son tonometría de contacto y tonometría de aire (no contacto). La primera requiere la aplicación previa de una gota de anestésico con fluoresceína. La tonometría de aire no precisa aplicación previa de colirios y se determina por la presión de aire requerida para aplanar la córnea central mediante la emisión de un jet de aire.
Pero, un valor elevado de la presión intraocular ha de ser interpretado por el oftalmólogo junto a otros parámetros clínicos, como el aspecto del nervio óptico y otros factores diversos de la anatomía ocular que pueden implicar la necesidad de realizar pruebas complementarias como paquimetría, gonioscopía, campo visual y OCT y/o GDX para confirmar el diagnóstico.
Muchas personas pueden presentar una presión intraocular más alta de lo normal durante años sin desarrollar glaucoma, pero requerirá siempre una vigilancia oftalmológica periódica para detectar si se desarrolla la enfermedad y poder tratarla de forma precoz.
Del mismo modo muchos tipos de glaucoma tienen un importante componente genético o familiar, por lo que los pacientes con antecedentes familiares del mismo deben someterse a este tipo de chequeos de forma anual, que permitan detectar la enfermedad a tiempo y evitar la lesión del nervio óptico.
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